jueves, 5 de octubre de 2017

Es posible la Revolución Educativa sin la integración de herramientas tecnológicas al aula?


Por años el sistema educativo dominicano ha venido arrastrando un cúmulo de deficiencias que obedecen a diversos factores estructurales del propio sistema educativo, la escasa preparación docente y hasta la desintegración familiar que vive nuestro pueblo. Sin embargo todo sigue su curso y  nuestros estudiantes pasan de una primaria a la secundaria e ingresan algunos a la universidad de donde más adelante van a ser insertados en la vida laboral de la nación desempeñando funciones de relevancia no importa el ámbito, todo lo cual se traduce en retroceso o involución de un país que se pretende sacar del subdesarrollo. Subdesarrollo que nos limita y nos pone en incompetencia para responder a las grandes demandas del mundo de hoy, un mundo que podríamos llamar ¨mundo tecnológico¨.

Alguien dijo alguna vez: ¨para destruir una nación no se requiere de bombas atómicas o misiles de largo alcance. Solo se necesita bajar el nivel de educación y permitir que se copie en los exámenes… el colapso de la educación es el colapso de la nación¨

Una frase que es un vivo retrato o una película en tercera dimensión de la realidad dominicana, donde la corrupción,  ha llegado a los niveles más altos y es muy probable que haya tenido su origen en una mala práctica o descuido de un  docente y ha dado lugar a tan grande flagelo social. Tenemos  un mal heredado, no obstante eso no significa que tengamos que morir y ver morir nuestra generación a manos del mismo verdugo.

 Hoy se habla de la revolución educativa y ninguna otra palabra encaja mejor que la palabra revolución que no es más que un cambio social fundamental en la estructura de poder u organizacional de algo en un tiempo determinado cuyos resultados son evidentemente marcados y por ende  notables. Hablar de revolución educativa supone cambios vertiginosos, casi siempre, paulatinos pero progresivos con miras a cambiar radicalmente alguna estructura u organización por considerarse desfasada o poco útil para la consecución de ciertos objetivos.
Precisamente en este punto de consecución de objetivos, enfocados  en el resultado sociocultural más llamativo donde el ciudadano aprende a  vivir en su sentido más amplio: sentir, pensar, actuar, relacionarse, creer, comunicarse con todo el mundo, a ser  un ente de paz, converge mi modo de pensar con la pregunta de si es posible una revolución educativa sin la integración de las herramientas tecnológicas en el aula. Para eso es necesario repensar las practicas pedagógicas y con ella claro está la forma y hasta el fondo. Es inseparable de una revolución educativa una revolución en el aula permitiendo que lo nuevo, atrayente y familiar a los nativos digitales esté presente en el escenario donde se desarrollan las clases. Me refiero a las herramientas tecnológicas, las cuales reitero, son familiares y atrayentes a los estudiantes, las manejan aunque no siempre las perciben como útiles para la escuela porque la escuela no ha permitido que sean vistas de tal modo. Ahí está el impacto, lo revolucionario de las herramientas tecnológicas que por ser atrayentes permiten, que las clases se vuelvan más interesantes, más útiles, además permiten que el conocimiento y la interacción con este se dé a través de más canales, lo que permitirá que como resultado tengamos aprendizajes realmente significativos para los estudiantes.

Una educación de calidad es imposible concebirla en estos momentos sin la implementación de herramientas tecnológicas, no podemos divorciar a los estudiantes de su realidad inmediata, y la tecnología forman parte innegable se esa realidad. Solo basta con fijar la mirada en esos países que son paradigmas en el ámbito educativo, como han logrado revolucionar sus prácticas, involucrar a sus comunidades, conectar con el mundo entero haciendo uso pertinente de las herramientas que nos brinda la tecnología. Muchos pueden ser los indicadores de calidad educativa pero entre ellos resalta el uso que hacen de las herramientas tecnológicas permitiendo que la educación siga siendo un derecho al cual todos tienen acceso.

Al final si los estudiantes aprenden, adquieren competencias, la nación no colapsará, tendremos médicos capaces, jueces imparciales que sabrán que tienen una nube de testigos en todo el mundo, conscientes del derecho, edificaciones bien construidas porque los ingenieros realmente saben cómo hacerlo, maestros altamente preparados que no evaluarán por un examen e impedirán que sus estudiantes se copien  sino que darán lugar a que cada uno se adiestre  y finalmente tendremos una nación con un sistema educativo tan bien estructurado que estará vigilando para realizar sin titubeos una revolución educativa cuando sea necesario, como ahora.





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